La Guajira: un renacimiento de vida tras la minería en Cerrejón
En el corazón de La Guajira, Colombia, una región marcada por décadas de explotación minera, hoy se despliega un bosque que renace de las entrañas de la tierra. En el área de rehabilitación del Cerrejón, una de las minas de carbón más grandes del país, se han sembrado más de 760,000 plántulas en lo que va del año. La meta es restaurar el ecosistema con más de 5,300 hectáreas de flora y fauna nativas, que devuelven el color al paisaje y dan vida a un lugar donde antes solo había un vacío de 240 metros de profundidad.
Luis F. Madriñán, gerente ambiental de Cerrejón, explica que el área, abandonada como mina en 1998, se ha recuperado en más de 20 años de trabajo ecológico. “Lo que ves a nuestras espaldas es el resultado de un proceso de restauración que comenzó hace más de dos décadas”, comenta Madriñán, mientras observa el corredor biológico Wüin-Manna, que conecta la Sierra Nevada de Santa Marta con la Serranía del Perijá. Este corredor, que abarca 25,000 hectáreas, es ahora un santuario de biodiversidad donde habitan más de 140 especies de árboles y 264 especies de aves, superando incluso la riqueza ornitológica de países como Bélgica.
El impacto de la restauración se extiende más allá de las plantas: animales que habían desaparecido, como el jaguar, vuelven a habitar la región. Además, cerca de 3,000 venados cauqueros y varias especies de aves, como los cardenales guajiros y las guacamayas verdes, ahora recorren este bosque.
El compromiso ambiental de Cerrejón no solo abarca la reforestación, sino también la protección de especies que requieren un espacio seguro antes de regresar a su hábitat. Esta “ruta de la vida” demuestra que, aunque la tierra haya sido transformada por la minería, con esfuerzo y dedicación puede recuperar su esencia. La transformación de Cerrejón no es solo un ejemplo de responsabilidad ambiental, sino un testimonio de que, incluso después de la intervención humana, la naturaleza tiene la capacidad de florecer nuevamente.