Mundo Minero Revista Digital
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🌎 LA MINERÍA SOSTENIBLE Y EL DESAFÍO DE LA TRANSICIÓN ENERGÉTICA

La minería con objetivos sostenibles tiene diversos desafíos, como son el reducir la huella social y ambiental que deja esta actividad, esto al mismo tiempo que debe de aumentar la velocidad de producción, pues los minerales estratégicos claves para la transición energética serán muy demandados en los siguientes años, pudiendo multiplicarse por diez para el 2050 según la Unión Europea (UE).

Australia, uno de los países más avanzados en lo que respecta a esta minería “verde”, define que esta consiste en “desarrollar los recursos minerales y energéticos de un país, de manera que maximicen los beneficios económicos y sociales, al tiempo que minimizan los impactos ambientales”, así como la enorme emisión de gases de efecto invernadero por el uso de energía fósil, volumen que alcanza el 3,5% de la energía global, según un informe de Weir Group que recoge más de 40 estudios sectoriales; masivo consumo de recursos hídricos, pérdida y degradación de terrenos, generación de residuos, sobretodo en explotaciones a cielo abierto.

La complejidad de esta minería y sus objetivos sostenibles es una contradicción implícita, pues la reducción de intervenciones a gran escala en la naturaleza es indiscutiblemente necesaria y prioritaria, pero para poder llegar a generar un cambio energético, la explotación y producción de minerales debe intensificarse para sostener la transición y los objetivos.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Agencia Internacional de la Energía (AIE) señalan que los ingresos por minerales estratégicos como el cobre, litio, níquel y cobalto, entre 1999 a 2018 estuvieron alrededor de los tres billones de dólares, especulando que entre 2021 a 2040 llegarán a unos 13 billones. Algunos de los motivos para esto es que un coche eléctrico necesita hasta seis veces más cobre, litio, níquel, cobalto, manganeso, grafito, zinc y tierras raras que uno convencional; y una central eólica hasta nueve veces más, sobre todo cobre y zinc, que una de gas natural.

Roda Robles, investigadora del proyecto Greenpeg, que tiene el objetivo de realizar una explotación menos masiva y más eficiente, el cual es financiado por la UE, declaró que “esos metales están presentes sin que lo sepamos en miles de productos —explicaba en una entrevista Encarnación Roda-Robles, una de las investigadoras del proyecto—. Nadie quiere tener una mina cerca de casa y es algo un poco burgués: ‘A mí no me contamines, pero tráeme todo lo que necesite porque hace falta’”.

Los países productores tienen diversos retos para lograr la transformación del sector, y sus primeros pasos buscan soluciones prioritarias, ejemplo de ello es Chile con la Política Nacional Minera (PNM) o Visión de la Minería en el Perú al 2030. Uno de sus puntos destacables es la reducción de la huella de carbono, una gestión eficiente de los recursos hídricos, así como economía circular para residuos como escorias y estériles.

Para poder desarrollar estos objetivos es indispensable una utilización eficiente de la tecnología, implementando sistemas de medición de impacto ambiental para saber con mayor precisión dónde y cómo intervenir, modernización de equipamientos y maquinarias, ya que, para Weir Group el mejorar un 5% la eficiencia energética de un proceso como el triturado podría ahorrar más de 30 millones de toneladas anuales de CO2 en una explotación media. De igual manera las técnicas avanzadas de geometalurgia permiten tener una mejor medición de la idoneidad de los suelos permite reducir el impacto de las explotaciones, recuperar residuos peligrosos como los sulfuros o el cianuro usado para obtener oro, reciclar el agua de los procesos industriales o rehabilitar paisajes y entornos naturales una vez cerradas las minas.

Un punto clave para fortalecer y mejorar esta actividad extractiva de cara a las comunidades es el invertir en proyectos sociales que beneficien a las poblaciones, como es el caso de Lowell y el proyecto Warintza, el cual aporta a las comunidades shuar de Warints y Yawi con becas educativas y plazas laborales.

Fuente: BBVA

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