LA MINERÍA URBANA Y LA ECONOMÍA CIRCULAR
La minería es una de las actividades más influyentes en la vida cotidiana, pues los elementos, minerales y metales que se extraen son utilizados para la producción de tecnología, lo cual ha motivado a las naciones del mundo a enfocar sus esfuerzos en el desarrollo de este sector, pero con adaptaciones que vayan acorde a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) propuestos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
De esta manera, reconocemos que la minería es un sector prioritario en lo relacionado al desarrollo socioeconómico de las naciones, a la vez que es clave para concretar la ansiada transición energética, lo cual implica una realidad compleja, pues, para poder abandonar los combustibles fósiles y caminar hacia una convivencia armónica entre el hombre y la naturaleza, es necesario aumentar la explotación de elementos, afectando negativamente al medio ambiente.
Dentro de este contexto, se han construido propuestas innovadoras para avanzar en la transición de una manera más amigable con el mundo, como es el caso de la minería urbana, misma que aprovecha los elementos que están presentes en productos como celulares, computadoras, televisiones, baterías y demás aparatos tecnológicos. Para resaltar la importancia de la misma, tenemos que un teléfono inteligente contiene alrededor del 80% de los elementos de la tabla periódica, de los cuales se pueden reciclar cerca del 80%.
Esta innovadora propuesta, de ser desarrollada en los próximos años y aplicada de manera funcional al sector, aportará al desarrollo de una economía circular, misma que es un modelo de producción y consumo que implica compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes todas las veces que sea posible para crear un valor añadido y extendiendo la vida útil de los productos.
A pesar de lo ya mencionado, el reciclaje y reutilización de elementos desechados por la sociedad es un proceso caro, por lo que muchas empresas no suman sus esfuerzos para conseguir esta meta, que, cabe recordar debe de ser colaborativa, pues se pueden dar los primeros pasos desde los hogares, haciendo actos tan sencillos como desechar estos productos de una forma adecuada.
Redacción. – David Fuertes Silva