Con un estimado de 3.000 millones de dólares en exportaciones para el cierre del 2023, la minería se ha convertido en un pilar de la economía ecuatoriana. Según María Eulalia Silva, Presidenta Ejecutiva de la Cámara de la Minería, la minería es clave para el desarrollo del país y para la transición energética global, ya que los minerales son esenciales en tecnologías verdes, como los vehículos eléctricos y las turbinas eólicas.
En 2022, la minería exportó 2.775 millones de dólares, y se espera que las cifras de 2023 ronden los 3.000 millones. Este crecimiento se debe principalmente a las dos minas industriales que han cambiado el panorama económico del sector, exportando más de 5.000 millones de dólares en menos de cuatro años.
Las comunidades en las zonas de influencia de estas minas han visto mejoras significativas en calidad de vida, educación y oportunidades económicas. Por ejemplo, Zamora Chinchipe ha experimentado una disminución notable en los índices de pobreza gracias a estas operaciones mineras.
Para continuar con este crecimiento, se necesitan reformas en la gestión ambiental y la seguridad jurídica. Tres proyectos avanzados, El Domo, La Plata y Loma Larga, podrían comenzar pronto, aportando unos 1.000 millones de dólares en inversiones y generando aproximadamente 7.000 empleos.
Sin embargo, la inseguridad y la extracción ilícita de minerales son preocupaciones importantes que deben abordarse para atraer más inversión extranjera y garantizar un desarrollo sostenible. La Cámara de Minería apoya las medidas del Gobierno para combatir estos desafíos.
El país tiene un enorme potencial en minería responsable, con varios proyectos de exploración en marcha y zonas ricas en minerales como Imbabura, Azuay y Cotopaxi. Silva enfatiza la importancia de una explotación responsable para el progreso del país, sugiriendo que Ecuador puede ser un jugador clave en el suministro de minerales necesarios para tecnologías limpias y sostenibles.
La minería responsable no solo puede impulsar la economía, sino que también puede contribuir a una sociedad más próspera y a la reducción de las brechas sociales. La pregunta que se plantea es cómo se deben gestionar estos recursos: de manera controlada, transparente y responsable, o dejando que la minería ilegal domine el sector.
En resumen, el futuro minero de Ecuador parece prometedor, con la posibilidad de fortalecer la economía, mejorar la calidad de vida en comunidades mineras y jugar un rol importante en la transición energética global. La clave estará en cómo se maneje este potencial, buscando siempre un equilibrio entre crecimiento económico y sostenibilidad ambiental y social.