
Liderazgos Indígenas: ¿La clave para un futuro sostenible en Ecuador?
En un mundo donde la sostenibilidad y la identidad cultural parecen chocar, líderes indígenas, académicos y empresarios demostraron en Quito que el progreso puede ser una sinfonía de voces diversas. La tercera edición de «Liderazgos Indígenas Positivos«, organizada por la USFQ, la Embajada de Canadá y la Cámara de Minería del Ecuador, reunió a jóvenes, activistas y expertos para debatir cómo integrar sabiduría ancestral y desarrollo moderno.
El rector de la USFQ, Diego Quiroga, abrió el evento con un llamado a la acción: «No nos limitemos a ser sede de eventos: construyamos programas académicos con los pueblos indígenas, no para ellos«. Por su parte, el embajador canadiense Steven Potter destacó que el verdadero avance requiere «diálogo franco, no imposiciones«, mencionando el histórico capítulo sobre derechos indígenas en el TLC entre Canadá y Ecuador.
Inés Díaz Chirán, comunicadora intercultural, narró cómo proyectos como la venta de carbono en Imbabura o el emprendimiento textil Warmi Cuna —impulsado por mujeres indígenas— están rompiendo estereotipos: «No queremos caridad, sino inversiones que respeten nuestra autonomía«. Marco Murillo Ilbay, líder kichwa, retó al público con una idea audaz: «¿Por qué no unir libertad económica y filosofía ancestral? El futuro será indígena o no será«. Beliza Coro, abogada y activista, recordó su infancia entre cipreses y ceremonias comunitarias: «El desarrollo no es solo tecnología: es no olvidar que los árboles son nuestros aliados«.
Desde Canadá, Glenn Nolan, líder de la Primera Nación Missanabie Cree, envió un mensaje contundente: «Las mineras no son enemigas. Si las comunidades indígenas participan en las decisiones, la industria puede ser un puente para el bienestar«.
El evento cerró con una reflexión colectiva: Ecuador necesita descolonizar su idea de progreso. No se trata de elegir entre tradición y modernidad, sino de crear un modelo donde jóvenes indígenas digitalicen sus emprendimientos, las empresas escuchen antes de actuar, y las universidades formen líderes que hablen tanto de algoritmos como de rituales. Como resumió Murillo: «El ‘Sumak Kawsay’ no es un eslogan político: es un GPS para no perdernos en el desarrollo«.
El diálogo intergeneracional e intercultural ya no es una opción, sino una urgencia. Los jóvenes de 18 a 35 años tienen la tarea de ser puentes: herederos de una riqueza ancestral y arquitectos de un futuro donde el respeto a la tierra y las oportunidades económicas no sean enemigos, sino cómplices.